El presidente de Aidesep, no se fugó del país como la mayoría de los medios sostenía, ni se fue a Bolivia ni a Venezuela. Sigue aquí en Lima, en la embajada de Nicaragua. Ha pedido asilo y el gobierno de Nicaragua se lo ha dado. Ahora ¿por qué no da la cara? Su abogado tiene un versión bastante simple: puede ser apedreado o, en su defecto, puede ser encarcelado.

La imagen de Pizango cada hora se embarra más, o mejor dicho la embarran más, el gobierno ha sacado las cuenta de Aidesep y se conoce que entre el 2006 y el 2008 la ONG ha recibido aportes de más de 4 millones de dólares. Monto que de por sí no tiene nada de malo. Sin embargo, en lo que sí el gobierno le ha puesto el ojo, es en el costo político de la masacre de Bagua. Antes de reconocer su culpa el gobierno prefiere culpar a un cuestionado líder indígena. Y Pizango cumple con todos los requisitos.

¿Pero el tema de fondo? ¿La verdadera suma de los muertos civiles? ¿Quié responde por la mecida a los indígenas? ¿Quién habla de retomar el diálogo? Para eso no hay tiempo, eso se puede ver después. Esta es la mirada del gobierno aprista. Parece que a Alan García y Yehude Simon se les olvidó que los nativos también velan a sus muertos.